Escapándome...

Me baño. Eligo lo que voy a usar. Perfumo la ropa. Me pongo crema en todo el cuerpo. Me pongo desodorante. Me visto. Me peino. Me maquillo. Me perfumo. Preparo la cartera. Pregunto si estoy bien... me relajo al obtener respuestas afirmativas. Como algo. Me lavo los dientes. Me retoco el pelo y el maquillaje. Me miro al espejo para enfrentar mi peor crítico: me siento ridícula; disfrazada; no quiero salir y quiero dormir. Llegan mis amigos. Es entonces que me pongo la máscara.

Paso la noche bailando y riendo. Hablando fuerte y con tono alegre. Noto como mi voz cambia. Mis gestos cambian. Evito estar sola o el silencio, porque sé que en cuanto siento un poco de tristeza me atrapa y tengo miedo de llorar adelante de la gente o de hacer algo peor. La noche pasa. Otra salida en la que sobrevivo a mi misma. A este mounstro que me persigue, que es mi propia soledad.

Llego a casa. Me saco la ropa. Lleno la bañera y me acuesto. Miro los azulejos azul oscuro... por fin estoy sola y puedo llorar. El agua se va enfriando. Yo sigo ahí esperando que algo divino pase. Me lavo el pelo y antes de mojar siento como todo mi perfume quedó reducido a una mezcla de cigarrillo y humo de boliche. Me da asco y lo lavo dos veces. Antes de salir, me acuesto y miro el techo. Tengo la desición de levantarme o morir ahí...

Eligo levantarme sólo para ver que pasa otro día más.


Cómo me gustaría que alguien me hiciera sentir querida y bien conmigo misma...